lunes, 5 de diciembre de 2011

No te desmaterialices sin avisarme


A la memoria de Pedro Navarro Floria, mi maestro


No me olvido más. Año 2002. Pasillo de la Universidad Nacional de Cuyo. El tipo me dijo, sin dejar de caminar y sin mirarme siquiera: “Vos hablá que yo hago mímica”.

Y me largó al ruedo. Recuerdo haber sonreído. Una risa nerviosa. No dije nada. El tipo asentía con la cabeza mientras yo hablaba. No era común que te felicitara. No lo hizo. No lo esperaba.

Esencia y paciencia.

Colaboración en grado sumo acorde con la precariedad de mis ideas. Presagio. Corrección. Correo: “Ahí va el monstruo con el número de la Bestia en los comentarios (son 666)”. ¡Eran 666 comentarios! Ni más ni menos, bestia insobornable en el control de cambios.

El tipo parece no tener límites. Arremete y amplifica. El tiempo se ha detenido un día como hoy, 5 de diciembre. Hace exactamente un año. Pero como en una profecía maya, ha hecho que gire nuevamente. Porque no acepta los límites. Nunca los ha aceptado. Aunque su mentada frase “me voy de vacaciones, me desmaterializo hasta febrero” se ha cumplido por más tiempo aquí lo ves, no nos deja claudicar. Revisa y corrige, se enoja y se cansa.

En su seno de niña te guarda la tierra que amas. Hijo pródigo de la Patagonia. Por adopción y autoadscripción. Por deseo y decisión. Guardo tus notas para que las revisemos juntos cuando pases por acá. Bellísima letra. Cuadernos. Orden impronta de tu naturaleza. Fragilidad desconocida conocida. Estrategias. Ante estelas de sinceridades abyectas y desleales te haces grande. Majestuoso en tu grandeza.

He hundido mis ansias irresueltas en tu complicidad.

Solidario educador.

Implacable maestro.

La escarcha bordea tu puño y tu enojo. Tu paz. Mi admiración ralea tus defectos, que tan atentamente evoco. Nado entre el lodo; llano y llaga de tu agua clara de deshielo. En algún momento, debes saberlo, he sentido tras mis espaldas estas palabras:

Nuestra profesión es un sacerdocio, y exige que seamos dignos de ella. Yo diría que no basta con responder ese mínimo de honestidad, sino que es necesario además aparentarlo…

Bien es verdad que, desgraciadamente, los frutos de sus investigaciones han sido pobres, muy pobres, casi nulos…Su cultura científica era escasa y usted no leía mucho…

Lo siento. Creo que no sabe usted muy bien lo que quiere. Oiga mi consejo. Déjese de investigaciones. Usted no está dotado para eso. Nunca llegará a nada… (extraído de Luis Martín-Santos, 1961).

Casi que por tu valor las he burlado. He llorado por ellas. He sentido el disgusto y el desamor. Los cuerpos se hunden, frágiles, escuetos, tristes. Se quiebran, extraños, parcos, incautos, débiles. Presencias, valía, valentía, salud, no salud, impresiciones. Tu lágrima nunca vista, la mía a flor de piel, siempre, tu nunca miedo, tu coraza, tu astucia, tu claridad, tu ser oculto. Tu símbolo, tu ruedo, tu rueda, tu estar siempre cerca lejísimos cerca. No has faltado a ninguna cita.

Sentir insensible inhábil insomne imbécil. Tu tren, vendió boletos de ida y vuelta. Yo he sacado uno. Viajamos juntos por los rieles de la existencia. Recuerda buscarme en los vagones.

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